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Actualmente, oímos y leemos mucha cosas sobre el gluten debido a que este está implicado en varios problemas de salud que afectan a muchas personas, y es que, el gluten es una de las principales alergias de alimentación de nuestro país.
El gluten como tal es una mezcla de proteínas y representa alrededor del 80% de las proteínas presentes en el trigo. Lo encontramos principalmente en el trigo y en el centeno aunque también, en menos cantidad, en la cebada o la avena. El maíz, el arroz, el mijo, la quinoa y el sarraceno no contienen gluten.
¿Por qué el gluten supone un problema?
Existen, cada vez más, personas intolerantes al gluten conocidas comúnmente como celiacos.
Las personas intolerantes al gluten representan el 1% de la población pero muchos de ellos no están diagnosticados. Los especialistas piensan que alrededor de un 80% de los celiacos no están diagnosticados y no siguen ninguna dieta. Una dieta adecuada a la enfermedad es el único tratamiento posible para los celiacos.
Ser celiaco supone que la absorción del gluten en el cuerpo provoca una inflamación al nivel de las vellosidades intestinales. Si esta inflamación es persistente y se convierte en crónica el sistema inmunitario ataca directamente al organismo y destruye las vellosidades. Es una enfermedad autoinmune en la que el cuerpo se ataca a sí mismo.
Los síntomas más comunes de la intolerancia al gluten pueden variar mucho, entre ellos hay gases o hinchazón abdominal, digestión pesada, diarreas crónicas, fatiga, migrañas, pérdida de peso o carencias en hierro y calcio. Si no está diagnosticada esta enfermedad puede favorecer diabetes, osteoporosis, anemia, infertilidad, migrañas. También puede provocar en casos extremos esclerosis múltiple o cáncer digestivo.
Existen también personas que sufren de colon irritable, término médico genérico que se utiliza para determinados dolores abdominales y malestar digestivo crónico. Ellos representan hasta un 20% de la población y sufren intolerancia al gluten por este motivo, aunque en el grado inferior.
En mayor frecuencia, encontramos que un 40% de la población es sensible al gluten, que no intolerante. No se detecta como tal en los análisis de sangre pero los síntomas de estas personas son reflujos gástricos, diarreas, estreñimiento, dolor de cabeza o psoriasis. Es el mismo fenómeno que crea la inflamación de los intolerantes al gluten.
Dicho esto, encontramos un estudio realizado en febrero de 2015 que afirma que cada persona, en mayor o menor grado, es sensible al gluten incluso sin tener ninguno de los síntomas que hemos nombrado anteriormente.
Pero realmente, ¿de dónde nace esta explosión de intolerancia al gluten?
Existen infinidad de variedades de trigo, pero la evolución de la panadería y de la agricultura ha cambiado mucho en lo últimos tiempos.
Antes de la mitad del siglo pasado, surgieron las máquinas para amasar el pan las cuales tenían mucha más fuerza que las manos del panadero, se necesitaban entonces masas más elásticas y más resistentes, o sea harinas con mucho más gluten. La tecnología agrícola seleccionó y manipuló el trigo para que la cantidad de gluten se doblase. Además, se cambiaron y manipularon las variedades de trigo para obtener trigos más adaptados a las cosechadoras.
Se afirma que el número de intolerantes al gluten ha aumentado tanto en los últimos años por culpa de la alimentación moderna. Esta se basa en productos a base de trigo moderno, es decir, trigo manipulado. El pan, la bollería, las galletas o las pizzas, pero también lo encontramos en salsas industriales o platos preparados. En estos dos últimos casos el trigo se usa como aditivo.
¿Por qué debemos controlar el consumo de gluten?
El gluten contiene moléculas de la familia de los opioides, la misma familia de la morfina. Una vez que la sangre afecta al cerebro puede crear en algunas personas trastornos de aprendizaje y de comportamiento. Esto afecta mucho por ejemplo a los niños hiperactivos o con trastornos de comportamiento. Por este motivo, una dieta sin gluten es muy beneficiosa para ellos.
Por otro lado, una proteína presente en el trigo estimula el apetito una vez que llega a nuestra sangre, además de aumentar el índice glucémico, lo que favorece la creación de grasa. Es por esta razón que muchas personas que tiene una dieta correcta pero al consumir altos índices de gluten no consiguen bajar de peso.
Si todo lo comentado anteriormente te resulta familiar, te aconsejamos realizarte un análisis de sangre para comprobar que todo esté en orden. Además, puedes probar a quitar el gluten de tu dieta durante un mes por ejemplo, para ver que resultados obtienes y si tu cuerpo se acostumbra a vivir de ese modo. Además, no existen carencias en una dieta sin gluten.
Puedes basar tu dieta en dos cereales sin gluten como pueden ser el arroz basmati y la quinoa. También puedes comer pan elaborado con diferentes cereales como la escanda o el sarraceno. Además, otra alternativa muy saludable es el pan de semillas germinadas.
Elimina en la medida que puedas los productos industriales con la mención “sin gluten” puesto que no son del todo fiable.
En cualquier caso ya sabes que una dieta equilibrada, junto con la realización de ejercicio diario y de la quiropráctica son la base de una vida sana.
Romain Riberou D.C.
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