Empecé a encontrarme mal a principios del verano del 2008. No podía andar, solamente estaba acostada y sin poder moverme y ni tan siquiera soportaba que me tocaran. No comía y solo pensar que tenia que levantarme era un horror. Probé la acupuntura, diversos masajes y piedras calientes, intenté todo lo que mis conocidos me decían. Iba llorando y arrastrándome, no podía dar ni un paso. Incluso fui a la clínica Teknon de Barcelona dónde me hicieron dos infiltraciones en la médula. Fue una experiencia muy dolorosa ya que yo en esa época iba en silla de ruedas y al mínimo movimiento me dolía muchísimo, era un suplicio. Además las infiltraciones no me dieron ningún resultado. Finalmente el doctor de la clínica Teknon me dijo que ya sabía lo que tenía que hacer y que no hacia falta poner la tercera infiltración si no que la solución era pasar por el quirófano. A pesar de eso tampoco me aseguraron que quedara bien después de la operación ya que la columna es un sitio muy delicado.

Al poco tiempo una conocida me habló de un quiropráctico. Una técnica nueva para mí, ya que nunca había oído hablar de este tratamiento. Fui a la consulta del doctor Romain y empezamos el tratamiento. Fue una bendición. Entré allí en silla de ruedas, como ya he dicho, y al cabo de tres o cuatro visitas ya podía ir por mi propio pie. Yo le decía al doctor que no me pondría bien, estaba muy negativa y él sonreía y me decía que eso no tenía que pensarlo. El doctor me repetía que debía decir: “me curaré, me curaré”. Me repetía a mi misma frases positivas y me visualizaba mejorando. Y así fue, todo sin dolor ni llantos. Podía volver a incorporarme o dar un paso sin sufrir. Incluso me volvió a cambiar el carácter.

Todas las personas que me conocen y vieron cómo estaba dicen esto ha sido un ‘milagro’. Familiares, amigos y gente a la que he recomendado esta técnica y han hecho el tratamiento están muy satisfechos.

Realmente estoy muy agradecida al doctor Riberou y le adoro por devolverme mi vida.

¡Muchas gracias por tu testimonio Maricel!